¿A cuántos de ustedes les ha pasado que su bebé recién nacido llora los primeros días al bañarlo? A nosotras nos pasó, y posiblemente a muchos de ustedes. Y entonces la siguiente pregunta es: ¿qué hicieron?
Tal vez revisaron que el agua esté calentita… tal vez hicieron el baño más rápido, o pusieron música o algún aceite rico… tal vez les hablaron a sus bebés: «tranquilx mi amor, estás en tu tina, tal vez estás incómodx pero vas a ver que poco a poco te va a gustar el agua»… Sea cual sea la estrategia que usaron, estamos seguras que ninguno de ustedes dejó de bañar a sus bebés del todo. Y luego de unos días o semanas, posiblemente vieron un cambio mágico: bebé dejó de llorar y ¡ahora disfruta montones de su baño!
El mismo ejemplo puede aplicarse a los primeros viajes en el sillita del carro: ¿cuántos de sus bebés lloran o gritan al estar ahí? Y sin embargo, ¿se nos ocurriría no sentarlos en sus sillas? ¿pensarían en poner en riesgo sus vidas cuando vamos en carro?
Qué mágico es cuando entendemos que los recién nacidos necesitan tiempo para conocer sus alrededores y entender sus rutinas. Que al inicio, lo desconocido puede ser incómodo. Y aún así, es hermoso cuando comprendemos que somos nosotros quienes damos las señales de «bueno» o «malo» en las experiencias nuevas que se encuentran. Que de nosotros depende que se sientan respetados y cuidados, a pesar de que al inicio pueda no «gustarles» algo. Que con firmeza, amor, paciencia y atención a sus señales, podemos ayudarlos a transitar estas experiencias y aprender a disfrutar de ellas.
Las primeras rutinas y asociaciones de sueño de un bebé son también un aprendizaje. Cuando un bebé llega al mundo, a través de los días, queramos o no, va aprendiendo de qué se trata dormir y cómo se duerme.
¿Les parece imposible pensar en un bebé pequeñito arrullándose en la cuna? Al igual que esos primeros baños o viajes en carro, el proceso de llegar despierto a la cuna puede ser nuevo y desconocido. Pero si nos empoderarnos como padres, con información y estrategias, y teniendo como prioridad disfrutar de esos primeros meses con bebé, podemos darles la oportunidad de aprender a arrullarse.
Porque sí es posible acurrucarnos con ellos, darles de comer y que se duerman en el pecho, sostenerlos por horas mientras los vemos dormir… y a la vez, practicar acostarlos despiertos cuando ellos lo permiten. Los bebés pequeños duermen tantas veces al día, que nos dejan hacer algo clave: practicar. Darles la oportunidad, para que puedan aprender, y acompañarlos en el proceso. ¿Se animan a intentarlo?