Existe mucha preocupación en torno al tema del sueño y de enseñarle a los niños a dormir. Numerosos artículos circulan por internet con información contradictoria, lo que hace muy difícil a los padres poder formarse una opinión sobre el tema. Más aún, muchísima gente piensa que enseñarle a un niño a dormir equivale a dejarlo llorar y se preocupa por las consecuencias que ese estrés puede tener en su desarrollo a largo plazo.
¿Qué significa enseñarle a dormir a un niño?
Cuando hablamos de enseñarle a un niño a dormir, nos referimos al proceso de permitirle desarrollar las herramientas para poder conciliar el sueño de forma independiente, sin la necesidad de que mamá o papá lo mezan, paseen en carro, lo sienten en un bouncy-seat o le den chupón.
Todos los niños –¡y los adultos!- se despierten varias veces de noche. La habilidad de quedarse dormidos independientemente, sin asistencia, les permite pasar de un ciclo de sueño a otro de forma tranquila, casi imperceptible, por lo que muchos padres no se enteran que el bebé se despertó más de una vez durante la noche.
¿Qué sucede si el niño solo se sabe dormir con ayuda de un adulto? Pues cada vez que despierte de noche va a requerir que mamá o papá estén presentes meciéndolo, cantándole o dándole de comer. Una nota aclaratoria: no nos referimos a los bebés que aún toman pecho o chupón por alimentación, ni a aquellas personas que optan darle pecho a sus bebés para fomentar el apego. Estas líneas van dirigidas a todas las personas que quieren un cambio en la situación de sueño de sus niños.
¿Cómo se le enseña a un niño a dormir?
Existen distintos métodos con los que trabajamos para lograr este objetivo, muy distintos al famoso método de “dejar llorar”. Siempre empezamos con una revisión del ambiente de sueño, asegurándonos que este sea seguro y que cumpla con las condiciones necesarias para promover un sueño profundo y reparador.
Asimismo, revisamos los horarios y rutinas de los niños. El cuerpo humano está más predispuesto a dormir durante ciertas horas del día en las que, gracias a los ritmos circadianos, se segregan hormonas que inducen el sueño. Es importante, por lo tanto, favorecer el sueño de los niños haciendo estos ajustes.
Luego de ello, se diseña un plan en el que los padres o cuidadores le dan progresivamente más espacio al niño para desarrollar esas habilidades de auto-confortarse que le permitan quedarse dormidos independientemente. Dado que queremos permitir que el niño sea exitoso en este proceso, no podríamos implementar este plan sin hacer los ajustes previos.
¿Estamos promoviendo un cambio en la forma de dormir? Si. ¿Protestan los niños frente a este cambio? Frecuentemente. Es como si a uno le pidieran, de pronto, que empiece a dormir sin almohadas. Todo cambio requiere de ajustes, y muchos de estos cambios son oportunidades de crecimiento y aprendizaje para los niños.
¿Son estresantes estos cambios en los hábitos de sueño?
El Center on the Developing Child de la Universidad de Harvard identificó tres tipos de respuesta de nuestro organismo frente a situaciones estresantes. Estos tipos se distinguen entre sí por la intensidad y duración del momento estresante, así como por la disponibilidad de personas que nos den seguridad y tranquilidad frente a estos cambios.
Respuesta de estrés positivo: Este tipo de respuesta es normal y parte esencial del desarrollo saludable de cualquier niño. La activación del ritmo cardiaco y hormonas como el cortisol son breves (minutos u horas), retornando con facilidad a sus niveles normales ante la presencia de padres/cuidadores amorosos. El primer día de kínder, quedarse en casa con una niñera nueva cuando mamá vuelve al trabajo o recibir una vacuna son ejemplos de situaciones que disparan una reacción de estrés positivo, siendo una oportunidad de aprender y practicar formas saludables de lidiar con el estrés cotidiano.
Respuesta de estrés tolerable: El sistema de alerta del cuerpo se activa de manera más intensa como respuesta a situaciones más duraderas, como la pérdida de un ser querido, un desastre natural o un accidente. Si esta activación en nuestros cuerpos tiene una duración definida y –más importante aún- es mediada por la presencia de personas atentas que ayudan al niño a adaptarse a la situación, el cerebro se recupera y retorna a niveles normales.
Respuesta de estrés tóxica: Ocurre cuando el niño experimenta situaciones fuertes y prolongadas de adversidad, como abuso físico y/o emocional, negligencia crónica, abuso de sustancias por parte de algún adulto que lo cuide, o depresión materna, siempre y cuando no haya apoyo adulto adecuado que le permita al niño lidiar con estas situaciones. Este tipo de activación prolongada de los sistemas de estrés puede interferir con el desarrollo cerebral con consecuencias a largo plazo.
Revisando los tres tipos de estrés, ¿qué tipo de respuesta genera el proceso de hacer cambios en las rutinas de sueño y enseñarle a un niño a dormir independientemente? Siempre y cuando el proceso se haga de forma responsable, con acompañamiento y todos los ajustes necesarios, disminuir la presencia parental para que un niño aprenda una habilidad nueva -conciliar el sueño- se considera una experiencia positiva de estrés, permitiendo al niño fortalecer sus recursos para ajustarse a los cambios y manejar otras situaciones cotidianas similares.
¿Qué sucede con el sobre-cansancio crónico?
Para terminar, pensemos por un momento en un hogar donde un bebé se despierta múltiples veces de noche, no duerme buenas siestas, y tanto él como sus padres están agotados y estresados. ¿Qué pasa no solo con el sueño, sino con las interacciones cotidianas de este bebé? Según el Centro para el Niño en Desarrollo de Harvard, una situación de sobre-cansancio crónico puede traer efectos negativos a largo plazo en la dinámica familiar y el desarrollo de los niños.
Por lo anterior, creemos que el buen descanso es esencial para los niños y sus familias en general. Hacer ajustes a nivel de horarios y ambiente de sueño, así como darle a un bebé el espacio para que aprenda a conciliar el sueño por su cuenta, no genera daños a nivel cerebral y emocional. Por el contrario, fortalece a los niños y trae grandes beneficios para ellos y toda su familia.
Referencias:
Shonkoff, J.P., Garner, A.S., and THE COMMITTEE ON PSYCHOSOCIAL ASPECTS OF CHILD AND FAMILY HEALTH, COMMITTEE ON EARLY CHILDHOOD, ADOPTION, AND DEPENDENT CARE, AND SECTION ON DEVELOPMENTAL AND BEHAVIORAL PEDIATRICS. «The Lifelong Effects of Early Childhood Adversity and Toxic Stress». Descargado de www.pediatrics.org/cgi/doi/10.1542/peds.2011-2663.