Tres mitos sobre enseñarle a tu bebé a dormir

Como consultoras de sueño, estamos comprometidas con difundir información sólida y científica que sustente la importancia de dormir desde pequeños. Todos los métodos que proponemos en Dulces Sueños tienen apoyo científico y son respetuosos del nivel de desarrollo de los niños, así como de los valores y creencias familiares.

Hoy queremos analizar tres mitos muy comunes que rodean el tema de enseñarle a dormir a los niños:

Primer mito: Puedo enseñarle a dormir a mi hijo desde el día que nace

Falso. Un bebé recién nacido, y hasta los 4 ó 6 meses de edad (desde la fecha de término si nació prematuro), no ha madurado lo suficiente como para aprender a dormirse solo. La capacidad para conseguir un sueño consolidado evoluciona durante varios meses, en un proceso en que los ritmos corporales (llamados ritmos circadianos) se van estableciendo.

¿Qué podemos hacer mientras tanto? Durante los dos primeros meses de tu bebé, recomendamos que tanto vos como él duerman la mayor cantidad de tiempo posible, sin preocuparse por establecer buenos o malos hábitos de sueño. ¡¡Este es un tiempo para estar tranquilos, relajarse y dedicarse a conocerse mutuamente!!

Después del segundo mes de vida, podemos empezar a formar una base apropiada para el sueño de los niños, utilizando un ambiente consistente para dormir y una rutina relajante que conduzca al sueño. Es esencial que estés atenta a las señales de sueño de tu bebé y que evites ponerlo a dormir cuando esté muy cansado. Alrededor de las 12-16 semanas, dependiendo de cada niño, ya podemos empezar a darle más autonomía al bebé para que desarrolle la capacidad de conciliar el sueño por su cuenta.

Segundo mito: Enseñarle a dormir a mi hijo implica dejarlo solo

Falso. Existen diversos métodos para enseñarle a tu hijo a dormir y todos los que proponemos en Dulces Sueños involucran la presencia del padre, madre o cuidador. Lo que cambia, de acuerdo al método escogido por cada familia, es el nivel de presencia de los padres y la cantidad de oportunidades que le damos al bebé para “terminar” el trabajo de dormirse por su cuenta.

La capacidad de conciliar el sueño, así como cualquier capacidad que implique que un bebé se autorregule, se consigue en un proceso de interacción entre el niño y sus padres. Esta capacidad se va construyendo con el tiempo, y como adultos, debemos asegurarnos que estamos creando las condiciones necesarias para que el niño logre hacerlo por su cuenta.

Por ello, es importante que le des la oportunidad a tu bebé de practicar. Si no le das el espacio, y hacés siempre todo por él, difícilmente va a desarrollar estas herramientas que son tan útiles para su vida futura. Por ejemplo, ¿cómo aprende un niño a levantarse si cada vez que se cae al suelo corremos a levantarlo? ¿cómo logra hacer una torre si siempre la hacemos por él? ¿cómo aprende a pedir algo si se lo entregamos antes de que señale o nos diga lo que desea?

De la misma forma, a la hora de dormir, es importante crear todas las condiciones para que el niño se adormezca y esté listo, permitiéndole hacer ese último esfuerzo de quedarse dormido por sí solo.

Tercer mito: Enseñarle a mi hijo a dormir equivale a dejarlo llorar

Falso. Enseñarle a un niño a dormir no equivale a “dejarlo llorar”, una frase que muchos asocian inmediatamente cuando hablamos del tema de sueño en niños. Podemos empezar preguntándonos: ¿por qué lloran los niños? Todos sabemos que el llanto es su principal forma de comunicación. La clave de esta pregunta es: ¿qué nos comunican los niños al llorar? ¿es siempre sufrimiento, disconformidad o estrés?

Sabemos, de acuerdo a expertos en desarrollo y salud mental infantil como el pediatra americano Berry Brazelton o el psicólogo investigador Ed Tronick, que los bebés también lloran para autorregularse. Por ejemplo, cuando un bebé tiene frío, puede llorar para aumentar su temperatura corporal. Un niño sobre-estimulado o muy cansado utiliza el llanto para descargarse al final de un día muy largo, cargado de emociones. Y muchos bebés lloran también porque están agotados pero no logran –o no los dejamos- conciliar el sueño.

Si llegaste a esta página y estás buscando un cambio en tu situación de sueño y la de tu bebé, posiblemente lo has asistido todo este tiempo a la hora de dormir. El problema con esta situación es que, cada vez que despierta, tu bebé va a pedir que lo asistas nuevamente, porque no sabe cómo volverse a dormir por su cuenta. Si querés que tu hijo desarrolle la habilidad de conciliar el sueño por sí solo, vamos a tener que analizar su situación de manera integral e implementar ciertos cambios en los horarios, su rutina y las asociaciones que tiene para conciliar el sueño.

¿Alguna vez has tenido que dormir de una forma distinta a la que estás acostumbrada? Por ejemplo, si usualmente dormís con dos almohadas y total oscuridad, ¿cómo te sentirías si de pronto tuvieras que dormir sin almohadas y con un poco de luz en la habitación? Posiblemente te va a tardar un tiempo acostumbrarte, especialmente si llevás mucho tiempo durmiendo de la forma antigua.

De igual modo, cuando empezamos a eliminar la asistencia que le damos a un bebé para dormir, creando espacios para que él encuentre sus propias formas de auto-confortarse y conciliar el sueño, es posible que tu bebé se queje y reclame por el cambio. Recordá que estos momentos son cruciales pues estás permitiendo que tu bebé desarrolle sus propias herramientas para resolver un problema. Una relación sólida con tu bebé le permitirá tolerar estos momentos con mucha fortaleza y, al final del proceso, estarás asombrada y feliz por sus nuevas capacidades.